La economía de Puebla cerró el segundo trimestre de 2025 con un retroceso de 0.7 por ciento en su actividad económica total. La caída coloca a la entidad en el lugar 18 a nivel nacional, con una contribución negativa de -0.03 puntos porcentuales respecto a la variación del país.
Puebla de Zaragoza, Pue. — El dato no es un accidente estadístico. Durante el periodo acumulado de enero a junio de 2025, la actividad económica estatal registró una caída de 0.4 por ciento, confirmando que la debilidad no es coyuntural sino el resultado de problemas más profundos. El motor que impulsa esta desaceleración es inequívoco: las actividades secundarias —manufactura, construcción, minería y electricidad— se desplomaron 5.8 por ciento en el segundo trimestre y acumularon una caída de 5.0 por ciento en el semestre. Esta debacle industrial aportó -2.1 puntos porcentuales a la variación total del estado en el trimestre, y -1.8 puntos en los primeros seis meses del año, evidenciando que el sector manufacturero poblano, otrora locomotora del crecimiento regional, atraviesa una crisis de competitividad y adaptación.
La magnitud del retroceso secundario ubica a Puebla en el lugar 26 entre las 32 entidades federativas, una posición alarmante para un estado que históricamente ha basado su dinamismo en la industria automotriz, textil y de transformación.
¿Qué sucede? Disrupciones en las cadenas de suministro, pérdida de competitividad frente a otros polos industriales del país y, desaceleración en la demanda externa e interna que afecta los pedidos manufactureros. La tendencia, además, no es nueva: desde el cuarto trimestre de 2024, cuando las actividades secundarias cayeron 4.2 por ciento, la debilidad se ha profundizado trimestre tras trimestre, acumulando -4.1 por ciento en el primer trimestre de 2025 antes de alcanzar el actual -5.8 por ciento.
Frente a este colapso industrial, las actividades terciarias —comercio, servicios, transporte, finanzas y gobierno— ofrecen un respiro parcial con un crecimiento de 2.2 por ciento anual en el segundo trimestre, desempeño que coloca a Puebla en el cuarto lugar nacional en este rubro. El sector servicios aportó 1.3 puntos porcentuales a la variación estatal, actuando como contrapeso ante el hundimiento manufacturero. No obstante, este crecimiento terciario, aunque positivo, resulta insuficiente para compensar las pérdidas del sector secundario. La sostenibilidad de la eocnomía de Puebla peligra y se ha vuelto cada vez más dependiente de los servicios en detrimento de la producción industrial.
Las actividades primarias —agricultura, ganadería, pesca y explotación forestal— registraron un avance de 3.5 por ciento, situando a Puebla en el lugar 17 nacional. Sin embargo, su aportación a la variación total del crecimiento fue marginal, apenas 0.1 puntos porcentuales, reflejo de la baja participación relativa del sector primario en la estructura económica estatal. El crecimiento agrícola, aunque bienvenido, no tiene el peso específico para alterar la dinámica macroeconómica de la entidad.
Comparativa Regional
En el contexto de la región centro-sur —integrada por Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Puebla, Querétaro y Tlaxcala—, el desempeño de Puebla adquiere matices preocupantes. La región representó 13.5 por ciento de la actividad económica nacional en el segundo trimestre de 2025 y contribuyó con 0.19 puntos porcentuales a la variación del país, un aporte modesto que revela la limitada capacidad de tracción del bloque. Dentro de este grupo, Puebla enfrenta presiones competitivas de estados como Querétaro, que mantiene mayor dinamismo industrial.
A nivel nacional, la actividad económica sin minería petrolera (extracción de petróleo y gas) creció apenas 0.3 por ciento en el segundo trimestre, mientras que las actividades secundarias cayeron 1.0 por ciento. En este contexto, la caída de 5.8 por ciento de las actividades secundarias en Puebla resulta desproporcionadamente severa, indicando que la entidad enfrenta problemas específicos más allá de las tendencias nacionales.
Riesgos
Primero, la persistencia de la contracción manufacturera indica pérdida de competitividad no transitoria. La derivación será: cierres de plantas, despidos masivos y migración de inversiones hacia otras entidades. Segundo, la dependencia creciente del sector terciario, sin una base industrial sólida, genera empleos de menor calidad y productividad, comprometiendo el ingreso medio de los hogares poblanos. Tercero, la brecha de desempeño respecto a la media nacional —con una contribución negativa de -0.03 puntos porcentuales— advierte que Puebla pierde terreno en la carrera por atraer inversión y talento.
El panorama se complica si se considera que la economía mexicana enfrenta vientos en contra: desaceleración global, tensiones comerciales persistentes, restricciones crediticias y sobrevaluación cambiaria. Puebla, con estructura productiva rígida y baja diversificación, enfrenta crecientes dificultades para ajustarse y recuperar inversión y crecimiento.
Puebla se dirige a una senda de estancamiento prolongado, con implicaciones graves para el empleo, la recaudación fiscal y la inversión social. Nada de lo que realmwnte se necesita, se está haciendo: incentivos para modernizar la planta industrial, programas de reconversión laboral, mejora en infraestructura logística y estrategias agresivas de promoción de inversión. Puebla corre el riesgo de consolidarse como una economía rezagada dentro del bloque centro-sur, con efectos duraderos sobre el bienestar de sus habitantes.
El retroceso de 0.7 por ciento en el segundo trimestre de 2025 no es una simple estadística; es una señal de alarma que revela las grietas de un modelo económico desatendido y descuidado

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