En un gesto inédito desde el inicio de la guerra comercial entre las dos principales economías del mundo, China y Estados Unidos anunciaron este lunes un conjunto de medidas bilaterales para aliviar las tensiones arancelarias y relanzar el diálogo económico, según un comunicado conjunto difundido tras una reunión de alto nivel celebrada durante dos días en Suiza.
Mexconomy GINEBRA.— El encuentro, celebrado en estricto sigilo en Ginebra, representa un punto de inflexión en una confrontación que había escalado a niveles sin precedentes, con aranceles cruzados de hasta 125%-145% y una creciente incertidumbre para empresas y consumidores de ambos lados del Pacífico.
La declaración, emitida simultáneamente por Xinhua y la Casa Blanca, reconoce que “ambas partes enfatizaron la necesidad de una relación económica y comercial sostenible, a largo plazo y de beneficio mutuo”. Lejos de un simple pacto técnico, se trata de un compromiso político para contener los riesgos sistémicos de la rivalidad sino-estadounidense.
Como parte del acuerdo, Estados Unidos suspenderá por 90 días 24 puntos porcentuales del arancel ad valorem adicional sobre productos chinos —incluidos bienes originarios de Hong Kong y Macao— “mientras mantiene el restante 10 por ciento”. También se revocarán los incrementos arancelarios impuestos los días 8 y 9 de abril mediante las Órdenes Ejecutivas 14259 y 14260, que habían elevado la tasa recíproca hasta un agresivo 125%.
La reversión de estas órdenes ejecutivas, tomadas hace apenas un mes, revela que la ofensiva arancelaria de Washington fue concebida como medida de presión más que como política estructural. El propio secretario del Tesoro, Scott Bessent, reconoció en Ginebra que “las conversaciones han sido productivas” y que “la rapidez del acuerdo refleja que las diferencias quizás no eran tan grandes como pensábamos”.
China responde con simetría: retiro proporcional de aranceles y medidas no arancelarias
En reciprocidad, China suspenderá 24 puntos porcentuales del arancel adicional ad valorem sobre productos estadounidenses por el mismo período de 90 días. Además, eliminará los incrementos anunciados en los Anuncios nº 5 y nº 6 de la Comisión de Aranceles Aduaneros del Consejo de Estado, que respondían directamente a las subidas estadounidenses.
Más allá de los aranceles, China también eliminará “todas las contramedidas no arancelarias adoptadas desde el 2 de abril”. Esta cláusula incluye restricciones técnicas, barreras sanitarias y controles administrativos que suelen impactar más que los aranceles sobre el comercio real. El retiro de estas medidas implica una apertura sustancial del mercado chino, especialmente en sectores sensibles como tecnología, automóviles y agricultura.
El punto final del comunicado es quizás el más relevante en términos estratégicos: ambas partes crearán un mecanismo institucionalizado de consultas económicas y comerciales. Según el texto, “estas discusiones podrán llevarse a cabo alternativamente en China y Estados Unidos, o en un tercer país previo acuerdo”, lo que sugiere una voluntad de mantener continuidad más allá del actual alivio temporal.
Este canal abre la posibilidad de una “coexistencia competitiva estabilizada”, un nuevo concepto emergente en la diplomacia global donde las potencias rivales establecen límites y protocolos para evitar confrontaciones destructivas. La elección de Ginebra como sede refuerza el carácter neutral y técnico del proceso.
Ambos gobiernos se comprometieron a implementar estas medidas antes del 14 de mayo. Ese plazo breve indica que los equipos negociadores ya habían avanzado sustancialmente en borradores previos. La comunidad empresarial global —afectada por meses de incertidumbre y costos crecientes— observa ahora con atención si el alivio arancelario se convierte en un nuevo marco duradero de reglas compartidas.
La decisión también llega en vísperas de la cuarta reunión ministerial del Foro China-CELAC, a celebrarse este 13 de mayo en Beijing, donde se espera que el presidente Xi Jinping presente una visión renovada del papel de China en el sur global.
Lo que está en juego ya no es solo el precio de los productos electrónicos o las tarifas agrícolas. Este acuerdo parcial, aún frágil, podría marcar el inicio de una nueva arquitectura económica global multipolar, donde el conflicto y el consenso coexisten en una tensión constante, pero gestionada.
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