"No se necesita un tanque para dar un golpe de Estado. Basta con infiltrar el Congreso y reescribir la Constitución." — Ernesto Zedillo.
🗳️📉 El expresidente Ernesto Zedillo afirma nuevamente que México transita de la democracia a la tiranía. Desde el uso faccioso del voto hasta la captura del Poder Judicial, Zedillo lanza una crítica frontal al proyecto político de AMLO y Claudia Sheinbaum.
El expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León nuevamente reaparece en el debate público con una crítica severa a Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum: México estaría dejando de ser una democracia constitucional para convertirse en un régimen autoritario. Así lo expuso nuevamente en su conversación con León Krauze en el programa Ciberdiálogos.
La gravedad de sus afirmaciones, la solidez argumentativa y su condición de expresidente hacen de este testimonio un documento de referencia.
Zedillo comienza su diagnóstico señalando una continuidad ideológica y práctica entre el presidente López Obrador y el sistema político anterior a la transición democrática:
“Andrés Manuel López Obrador es heredero del viejo PRI: ahí se formó, ahí se creó, ahí aprendió todas sus mañas.”
El argumento apunta a una lectura estructural: lo que se presenta como una “transformación” política es, en realidad, una restauración de prácticas autoritarias bajo ropajes democráticos.
Uno de los núcleos de la crítica de Zedillo reside en la forma en que Morena, tras ganar la mayoría legislativa, reformó las reglas del juego para perpetuar su poder:
“No se necesitan tanques en la calle para tener un golpe de Estado [...] (sólo) infiltrar el poder legislativo para tener la capacidad de reformar la Constitución.”
Este fenómeno ha sido estudiado por teóricos como Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en *Cómo mueren las democracias*, quienes advierten que las democracias contemporáneas suelen ser desmontadas no por medio de rupturas violentas, sino por el deterioro gradual de sus instituciones desde el poder mismo.
El punto más álgido de la crítica de Ernesto Zedillo se refiere a la reforma judicial impulsada por Morena, que propone elegir a jueces y magistrados por voto directo. Para Zedillo, esto no solo es antitético a la democracia constitucional, sino un fraude de origen:
“Hacen una reforma judicial que no pasaría ningún criterio de rigor constitucional en ninguna parte del mundo [...] ahora ya no somos, constitucionalmente, una democracia.” “No porque algo se elija quiere decir que es legítimo ni que sirve.” “Eso no es democrático: es parte de la construcción autoritaria del ‘Nuevo México’.”
La objeción de Zedillo no es formal sino de fondo: en ningún país con tradición de democracia constitucional se eligen jueces federales por voto popular. La elección directa no garantiza independencia, sino todo lo contrario: expone a los jueces a presiones políticas, clientelismo y populismo judicial.
La denuncia alcanza también los criterios de selección de los nuevos funcionarios judiciales, a quienes ya no se les exige experiencia ni formación rigurosa:
“Ahora los requisitos son ridículos: una carta de recomendación, un promedio de ocho, incluso en una escuela de segunda.”
Desde la perspectiva de Zedillo, el nuevo sistema abre la puerta a la colonización del aparato judicial con operadores leales al Ejecutivo, sin competencia técnica ni compromiso con el Estado de derecho.
El doble rasero: Falta de auditorías a los megaproyectos de AMLO
Zedillo responde a las críticas sobre el Fobaproa señalando la falta de rendición de cuentas en los proyectos emblemáticos del actual gobierno:
“¿Dónde están las auditorías de la destrucción del NAICM? [...] Han cometido un crimen ambiental. [...] Que se sepa la verdad del costo de los caprichos de López Obrador. Son verdaderamente criminales.”
Zedillo, además, introduce una denuncia de orden ético y legal: mientras el gobierno explota políticamente su legado, evade responsabilidades por las decisiones técnicas, financieras y ambientales de proyectos como Dos Bocas y el Tren Maya.
Zedillo reconoce la elección legítima de Claudia Sheinbaum, pero advierte que su papel debe ser el de una presidenta para todos los mexicanos, no de una facción ideológica:
“Ella fue electa para ser presidenta de todos los mexicanos, no solo de quienes piensan como ella.” “Me preocupa que diga que fue electa para 'ponerle otro piso' a la Cuarta Transformación [...] transformar la democracia en tiranía.”
Y lanza una advertencia sobre el riesgo de convertir el mandato electoral en un cheque en blanco para desmontar la arquitectura democrática.
Zedillo insiste en que gobernar con respaldo popular no legitima conductas antidemocráticas:
“Ser presidente no es ser popular. Es servir a la nación. Lo demás es demagogia.” “Me preocupa que se use la popularidad como justificación.”
Esta crítica apunta a una confusión deliberada entre legalidad formal y legitimidad sustantiva, una distinción fundamental en las democracias liberales.
Aunque Zedillo evita proponer soluciones concretas, deja claro que los partidos deben asumir su responsabilidad histórica:
“Exhorto a todos los partidos: defiendan la democracia. Es la única oportunidad si tienen objetivos legítimos.”
También subraya que el régimen democrático fue el que permitió la llegada al poder de quienes ahora lo amenazan. Por tanto, es su deber preservarlo.
La entrevista de Ernesto Zedillo constituye un testimonio excepcional de un expresidente que, desde la distancia institucional y el retiro político, denuncia con claridad la erosión democrática de México. Lejos de la nostalgia partidista, su voz apela al deber republicano: si el voto se convierte en herramienta de demolición institucional, lo que está en juego no es una elección, sino la posibilidad misma de la democracia.
Fuente: Entrevista de Ernesto Zedillo Ponce de León, expresidente de México, para "Ciberdiálogos" con León Krauze
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