🚨 La paz es una palabra hueca en Medio Oriente. Israel intensifica ataques en Gaza tras su breve guerra con Irán, mientras Netanyahu enfrenta presión interna para negociar. En Teherán, la fragilidad del régimen se exhibe tras la infiltración del Mossad, entre sueños de cambio y una crisis económica, política y social. 🌍🔥

Región Global / InfoStockMx — En Gaza, las sirenas vuelven a sonar mientras miles huyen hacia el sur por órdenes del ejército israelí. En Irán, la prisión de Evin, símbolo de represión política, arde tras bombardeos. Y en Jerusalén, Benjamin Netanyahu enfrenta crecientes exigencias para lograr un alto el fuego tras casi dos años de una de las guerras más prolongadas y mortales de Israel.

La orden de evacuación masiva en barrios de Gaza, donde Israel había suspendido operaciones, anticipa una intensificación de la ofensiva hacia el centro de la ciudad. Con más de 630 días de conflicto tras el ataque de Hamas en octubre de 2023, Israel sigue buscando presionar al grupo islamista mientras el costo humanitario se multiplica. No está claro si este es un paso hacia una nueva fase de la guerra o una táctica de presión para forzar a Hamas a ceder en un alto el fuego.

La presión sobre Netanyahu es cada vez más visible. La sociedad israelí, cansada de la guerra, exige resultados: la liberación de unos 20 rehenes que aún se cree están vivos y los restos de 30 más, capturados en el ataque de 2023. Incluso Donald Trump, en un inusual gesto de intervención, presiona para un acuerdo mientras aboga por cancelar el juicio por corrupción que enfrenta Netanyahu para “facilitar” las negociaciones con Hamas.

El enfoque de guerra regresó a Gaza tras la breve pero intensa guerra de 12 días entre Israel e Irán, donde Estados Unidos participó de forma limitada. Esa confrontación expuso la vulnerabilidad del régimen iraní a la infiltración del Mossad y los límites de la ofensiva israelí, que no logró eliminar al ayatolá Alí Jamenei, de 86 años, pese a las declaraciones de Netanyahu de que su muerte “pondría fin al conflicto”.

Tras la breve pero intensa guerra, la vida en Irán se mezcla entre las ruinas de Evin y la persecución a disidentes mientras es infiltrado por verdaderos espías. Para muchos iraníes, la esperanza de un cambio que libere el potencial del país compite con el temor de una escalada que pone en riesgo a sus familias.

El nuevo presidente moderado, Masoud Pezeshkian, habla de “una oportunidad de oro para el cambio”. Pero esa oportunidad es también un momento de riesgo extremo: Irán está agobiado por la crisis económica y el aislamiento, mientras sostiene su red de milicias aliadas en la región. La guerra, lejos de acercar una solución, se ha convertido en un campo minado que define el pulso de poder interno en Israel e Irán.

Entre Gaza, Teherán y Jerusalén, la guerra continúa. No solo como un enfrentamiento militar: es una pugna por la supervivencia de regímenes que enfrentan presiones internas, protestas sociales y la demanda de cambios políticos profundos. Mientras tanto, la población civil sigue pagando el precio de una guerra que se alarga en cada ofensiva y en cada alto el fuego incumplido.