Antes de las 7:00 a.m. de ayer, al menos ocho disparos rompieron el silencio en la colonia Clavijero. Un hombre fue asesinado junto a un terreno de cultivo, interrumpiendo de forma brutal la quietud de un domingo que apenas comenzaba.

Puebla de Zaragoza, Pue.- La ciudad de Puebla continúa sumando episodios de violencia letal en zonas periféricas donde conviven asentamientos irregulares, predios agrícolas y urbanización a medias. Este domingo, un hombre fue asesinado a tiros en la colonia Clavijero, cerca de un terreno de cultivo, al norte de la capital poblana. El crimen, ocurrido poco antes de las siete de la mañana, movilizó a cuerpos policiales y periciales, pero dejó tras de sí más preguntas que respuestas. Nadie lo conocía. Nadie vio al asesino. Todos escucharon los disparos.

El hecho ocurrió en la intersección de Ignacio López Rayón y calle de los Nardos, donde vecinos reportaron haber escuchado al menos ocho detonaciones de arma de fuego. Al llegar al sitio, elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) encontraron el cuerpo de un hombre tendido en el suelo, sin signos vitales. El perímetro fue acordonado y, minutos más tarde, peritos de la Fiscalía General del Estado (FGE) realizaron el levantamiento del cadáver. El cuerpo fue trasladado al Servicio Médico Forense (SEMEFO), mientras comenzaban las primeras diligencias de una investigación sin sospechosos visibles ni móvil claro.

La zona donde ocurrió el asesinato forma parte de una franja de crecimiento desordenado de la ciudad, con altos índices de informalidad en la vivienda, abandono de espacios públicos y escasa presencia de infraestructura social. En los últimos meses en ese perímetro urbano se ha registrado un repunte de hechos violentos relacionados, según fuentes extraoficiales, con conflictos por terrenos, disputas locales y posibles actividades delictivas de bajo perfil, como narcomenudeo y extorsión.

Este tipo de homicidios, cada vez más frecuentes en horarios no nocturnos y en zonas sin “reputación criminal”, están alimentando un clima de desasosiego en comunidades que hasta hace poco se sentían al margen de la violencia abierta. La normalización se manifiesta en la rapidez con que los vecinos retoman sus actividades, incluso mientras los cuerpos forenses aún trabajan. La vida sigue. Pero con miedo.

Aunque el gobierno estatal ha reiterado que hay coordinación permanente entre fuerzas estatales, municipales y elementos de la Guardia Nacional, el refuerzo de patrullajes no ha logrado contener la lógica dispersa de la violencia urbana. En palabras de un vecino que pidió el anonimato: “Aquí lo raro ya no es que maten a alguien.”