🌉 Con un presupuesto de 20 millones de pesos para rehabilitar un puente, la alcaldesa de Atlixco, Ariadna Ayala, promete desarrollo regional. Pero hasta ahora, la inversión carece de transparencia y despierta dudas por su alto costo y su oportunismo político.

Atlixco, Pue. — La presidenta municipal de Atlixco, Ariadna Ayala Camarillo, anunció con bombo y platillo la rehabilitación del Puente de Las Vigas, ubicado en la zona oriente del municipio. Con una inversión de 20 millones de pesos y un plazo de ejecución de 120 días, la obra fue presentada como un parteaguas para la economía de 13 localidades rurales. Sin embargo, detrás del discurso de progreso, la opacidad en el manejo de recursos y la ausencia de datos técnicos públicos encienden las alertas.

La obra contempla la ampliación del puente, el reforzamiento de sus cimientos y la mejora de accesos para remediar su avanzado deterioro. Pero hasta el momento, el gobierno municipal no ha hecho pública la empresa responsable, el desglose de costos ni el expediente técnico. En un contexto donde otras infraestructuras similares han costado menos de la mitad, el monto anunciado resulta excesivo y carente de sustento.

La alcaldesa asegura que la obra “cuenta con todos los permisos del INAH, Conagua y Semarnat”. No obstante, no se ha transparentado ningún documento ni se ha explicado cómo se garantizará la preservación del entorno ecológico durante la ejecución.

El puente Las Vigas conecta comunidades como Santo Domingo Atoyatempan, San Jerónimo Coyula y San Juan Tejaluca. Es cierto que su renovación es necesaria: lleva décadas sin atención. Pero la intervención no fue precedida por una consulta ciudadana ni por ejercicios de planeación participativa. En su lugar, la decisión se presentó como una imposición vertical.

Además, no existe información oficial sobre mecanismos de contraloría ciudadana o vigilancia independiente de la ejecución del presupuesto. La obra fue anunciada, presupuestada e iniciada sin revisión pública del proyecto ejecutivo, lo que vulnera principios básicos de transparencia y rendición de cuentas.

Para justificar la urgencia de la obra, Ayala recordó un hecho ocurrido hace 15 años en un puente distinto: el colapso del puente de Valle Sur, donde murieron una madre y su hijo arrastrados por la corriente.

Evitar desgracias como esas es una prioridad,

dijo la alcaldesa. Pero el uso de una tragedia ajena, en otro sitio y bajo otras condiciones, parece más un recurso emocional que una justificación técnica.

Ayala ha insistido en que el nuevo puente impulsará la actividad agrícola y turística, especialmente durante la Feria del Cempasúchil. Sin embargo, en las comunidades no hay un consenso claro sobre los beneficios. Mientras la alcaldesa habla de desarrollo, muchas de las calles aledañas siguen sin pavimentar y con servicios públicos deficientes.

Incluso las rutas alternas anunciadas para no incomunicar a las localidades durante los trabajos no han sido claramente señalizadas ni mejoradas para soportar el tránsito.