⚡ Mientras en la CDMX comienza a desaparecer el cableado enmarañado, Puebla sigue con calles saturadas de cables caídos, inseguros y antiestéticos. La nueva Ley de Telecomunicaciones abre la puerta al soterramiento en la ciudad, pero ¿quién pagará, cómo se hará y a quién beneficia realmente? 🪛🏙️

Puebla de Zaragoza, Pue.- La Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión, aprobada recientemente en el Congreso federal, cambiará la estética de ciudades como la Ciudad de México, donde ya comenzaron a desaparecer las marañas de cables en avenidas y calles. La normativa obliga a las empresas de televisión de paga, internet y telefonía a retirar el cableado en desuso y a soterrarlo de forma gradual para mejorar la imagen urbana, reducir riesgos y fortalecer la infraestructura ante desastres.

En Puebla, donde las calles del Centro Histórico, las juntas auxiliares y colonias populares siguen plagadas de cables que cuelgan de forma irregular y peligrosa, la aplicación de esta ley podría marcar un antes y un después, tanto en términos de orden urbano como de conectividad.

Según el artículo 126 de la nueva ley, la Comisión Reguladora de Telecomunicaciones expedirá los lineamientos para el retiro y soterramiento de infraestructura, estableciendo criterios técnicos y un análisis de costo-beneficio para garantizar su implementación gradual y sostenible.

En términos prácticos, esto podría significar que las cableras como Telmex, Izzi, Totalplay y Megacable deberán iniciar un proceso de migración del cableado aéreo al subsuelo. Sin embargo, experiencias como la de la CDMX, donde el cálculo inicial fue de 3 millones de pesos por kilómetro, muestran que el costo no es menor y podrían existir presiones para trasladar estos gastos a los usuarios o a los gobiernos locales.

En la CDMX, autoridades como Claudia Sheinbaum y actualmente Clara Brugada han impulsado proyectos de retiro de cables en desuso, con la participación de empresas, logrando retirar 626 kilómetros de cable enmarañado que equivalen a 7 toneladas. El argumento es claro: la eliminación de cables no sólo mejora la estética urbana, sino que reduce riesgos de accidentes por cables caídos y facilita la implementación de redes de fibra óptica más seguras y eficientes.

En Puebla, donde los ventarrones suelen derribar cables y postes en colonias sin mantenimiento, el soterramiento se convierte también en una estrategia de protección civil y resiliencia ante desastres, especialmente en una ciudad donde las lluvias y vientos provocan caídas de cables que bloquean calles y dañan vehículos.

Hasta ahora, el tema del soterramiento ha pasado desapercibido en la agenda local, pese a su relevancia para la modernización urbana y la conectividad. Ni el Ayuntamiento de Puebla ni el Gobierno del Estado han planteado rutas de coordinación con las empresas de telecomunicaciones para establecer un cronograma de soterramiento o retiro de cables en desuso.

El nuevo marco legal ofrece una oportunidad para que Puebla avance en infraestructura urbana, conectividad y resiliencia urbana, siempre que se establezcan reglas claras de financiamiento, cronogramas y supervisión para evitar que esta obligación termine en negociaciones opacas o en aumentos injustificados en las tarifas de los usuarios.

El soterramiento es una medida necesaria, pero costosa. En Puebla, donde aún hay rezagos en pavimentación, drenaje y alumbrado, será crucial definir de forma transparente qué parte del financiamiento asumirán las empresas y qué papel jugarán los gobiernos local y estatal. De no hacerlo, esta política podría quedar como un proyecto estético en zonas turísticas y de alta plusvalía, mientras el resto de la ciudad sigue bajo marañas de cables que representan un riesgo constante.

El reto ahora está en la cancha de las autoridades poblanas: convertir una ley federal en un plan local serio, con objetivos medibles, cronogramas de avance y transparencia en los costos, para que el soterramiento de cables en Puebla no sea un proyecto cosmético más, sino una oportunidad de transformación urbana real que mejore la vida cotidiana en la ciudad.