El descubrimiento accidental de un pequeño laboratorio en Mexicali reveló la presencia de Antón Petrov, un bioquímico búlgaro apodado “el padre del fentanilo en México”, quien fue el primero en producir este opioide sintético en el país y diseñar la fórmula para su masificación.
RG Revista — El 28 de agosto de 2018, agentes de la entonces Policía Estatal Preventiva (PEP) de Baja California ingresaron a un modesto departamento de la colonia San Marcos en Mexicali. Buscaban un laboratorio de metanfetaminas, como los que habían encontrado antes en los alrededores de la ciudad. El olor penetrante que suele delatar a esos centros de producción, sin embargo, no estaba presente. Lo que hallaron fue distinto: un laboratorio químico impecablemente organizado, que cambiaría la historia del narcotráfico en México.
En el interior se encontraba Antón Petrov, un hombre alto, siempre vestido de traje, de modales refinados y apariencia lejana al estereotipo criminal. Nacido en Sofía, Bulgaria, había sido militar y médico, y su formación en bioquímica le permitió dominar las sustancias necesarias para fabricar un opioide invisible a los métodos de detección tradicionales. Con precisión científica, logró producir en un solo día más de 20 mil pastillas de fentanilo, un derivado cien veces más potente que la morfina.
Petrov había llegado a México a finales de 2017. Rentó un departamento de apenas seis por seis metros a un arrendador de origen chino, pagando 300 dólares mensuales. El lugar contaba con una cama, un baño, algunos muebles básicos y una máquina pesada de motor grande y base de madera, cubierta con plástico grueso. Con ella comprimía las pastillas conocidas como M30, las tabletas de fentanilo de mayor calidad en el mercado ilegal, consideradas “triple A”.
El bioquímico era políglota: hablaba búlgaro, inglés y español. Esa versatilidad lo hizo integrarse rápidamente al entorno mexicano y construir una red de contactos que le permitió operar bajo la aparente normalidad de un extranjero discreto. Nadie sospechaba que, detrás de la fachada de un departamento común, se fabricaban miles de dosis de la droga responsable de una de las peores crisis de salud pública en Estados Unidos, donde el consumo de opioides sintéticos ha cobrado miles de vidas.
Tras su captura en Mexicali, Petrov fue extraditado junto con otros 25 reclusos para enfrentar juicio en Estados Unidos, país que lo reclamaba como uno de los introductores del fentanilo a su territorio. Su arresto marcó el inicio de una nueva etapa en la producción y tráfico de drogas en México: la instalación de laboratorios de alta especialización, donde la frontera entre el conocimiento científico y el crimen organizado se difuminó peligrosamente.
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