
En Puebla, 2027 parece un horizonte lejano para algunos y una obsesión temprana para otros. Mientras las calles se hunden en baches, las manos se alzan no para taparlos, sino para pedir turno en la fila electoral, sea por la vía de la reelección o para chapulinear de un cargo a otro.
El presidente municipal Pepe Chedraui asegura que “todos podemos levantar la mano” para la alcaldía y, de paso, se anota en la lista de quienes ya miran hacia 2027. Con voz nerviosa, dice que su prioridad es gobernar y trabajar con los tres niveles de gobierno. Pero entre sus palabras y la realidad hay un vacío tan profundo como los hoyos que pululan en toda Puebla.
Para desviar la conversación que le zumba en las orejas, Chedraui agradeció los “elogios” (en realidad fueron reclamos) de Luisa María Alcalde Luján, líder nacional de Morena, sobre los nuevos liderazgos municipales. Ella, sin embargo, fue más directa: recordó que los alcaldes están obligados a destinar al menos el 30% del presupuesto anual a servicios básicos —bacheo, agua potable, drenaje, alumbrado y basura—. En Puebla, esa cifra parece existir solo en papel. No hay dinero que le alcance a Chedraui… o, al menos, nada que se vea: no arregla nada, absolutamente nada.
La coordinadora de Morena en el Congreso, Laura Artemisa García Chávez, juega a la cautela. No descarta la alcaldía, pero prefiere no decirlo en voz alta. Asegura que enfocarse ahora en su trabajo legislativo le ahorra críticas y problemas legales. Traducción: mejor esperar a que el clima político esté menos accidentado… y las calles también.
Artemisa lanza, eso sí, un dardo a los suspirantes y alcaldes: si quieren reelegirse, primero ganen la aprobación ciudadana. Y razón no le falta. En la capital, el pavimento se rompe, el alumbrado falla y el drenaje convierte las avenidas en lagunas, especialmente en temporada de lluvias. El “trabajo en equipo” que ambos dicen practicar parece no incluir al ciudadano de a pie; su “equipo” se refiere más bien a ese chat de grupo en el que se mandan felicitaciones por cualquier pretexto.
La visita de Alcalde Luján dejó claro que en Morena hay preocupación por el desgaste de sus gobiernos locales. Sus exigencias no fueron sugerencias: atender los servicios básicos “a como dé lugar” y reunirse semanalmente con la gente. Una receta sencilla que, por alguna razón, a las 24 horas de escuchada, se olvida aplicar.
Mientras tanto, el tercer nombre en la terna de los murmullos, José Luis García Parra, coordinador del gabinete estatal, se mantiene en silencio. Quizá para no adelantar su carta; quizá porque entiende que, en política, a veces la mejor jugada es esperar a que los otros sufran el desgaste. Aunque eso sí, aprovecha cada entrega de alarmas vecinales en colonias populares para dejarse ver… y tomar nota.
Pero esto es Puebla, y aquí las manos siempre se levantan antes de tiempo. Lo nuevo —además de otros jugadores que pronto cobrarán notoriedad— es que los oídos se tapan a las exigencias ciudadanas. En las filas de Morena hay fe ciega, dicen… o creen: arrasarán, sumarán un millón de afiliados en la entidad, la mitad en la capital. Para entonces, quizá veamos a los suspirantes en campaña… con chaleco vial, tapando baches y sonriendo para la foto, justo antes de volver a guardarse las promesas en los bolsillos.
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