Mientras los problemas en las administraciones municipales se multiplican, Morena intensifica su estrategia para consolidar su control político en Puebla a través de la conformación masiva de comités seccionales. La orden es clara: instalar 2,904 comités en todas las secciones electorales del estado.

Puebla de Zaragoza, Pue. — De acuerdo con la instrucción de Luisa María Alcalde, presidenta de Morena, esto debe lograrse antes de enero de 2026, un despliegue sin precedentes que apunta a fortalecer la estructura partidista y asegurar una base sólida de afiliados y militantes en Puebla.

Alcalde Luján durante la Reunión de Coordinación de Comités Seccionales, señaló: “las y los afiliados podrán participar en las asambleas y así reforzar a nuestro Movimiento desde las bases”. Esta convocatoria no solo es un llamado a la organización, sino un intento de reconstruir y controlar el partido desde lo más elemental: las secciones electorales.

Encabezando esta ofensiva, además de Alcalde Luján, estuvieron presentes Carolina Rangel, secretaria general del CEN, y Olga Romero, presidenta del Comité Ejecutivo Estatal (CEE) de Puebla, quienes junto a militantes locales, presentaron el proceso de instalación y la “urgente” necesidad de cohesionar a la militancia.

Esta “cruzada” no es simplemente una maniobra organizativa. Es una respuesta tajante a la desconfianza creciente y a las críticas internas que cuestionan la efectividad y coherencia del partido en el poder. La necesidad de reafirmar la identidad morenista y formar cuadros municipales que sepan gobernar con austeridad y bajo el “sello obradorista” es también un intento por limpiar la imagen de Morena y recuperar el control ideológico.

La convocatoria a las escuelas de municipalización, donde alcaldes y funcionarios aprenderán a administrar bajo lineamientos estrictos, representa una fiscalización ideológica disfrazada de capacitación. Más que un ejercicio democrático, parece una forma de disciplinar a quienes deben garantizar el cumplimiento del proyecto político desde abajo.

Con la conformación de estos miles de comités, Morena no solo busca ganar elecciones; persigue consolidar un aparato político capaz de monitorear, controlar y movilizar a la población a nivel seccional, asegurando que cualquier disidencia o crítica sea rápidamente neutralizada.

Esta estrategia revela la cara más dura de un partido que, lejos de abrir espacios para la pluralidad y el debate, opta por una concentración férrea del poder que podría ahogar voces críticas y legitimar prácticas autoritarias bajo el discurso de la “unidad y fortaleza”.

El desafío para Morena en Puebla no es solo ganar votos, sino controlar cada rincón y cada voz. La pregunta es si este control absoluto fortalecerá realmente al movimiento o con su verticalismo terminará por corroer su esencia y legitimidad.