En un nuevo episodio de fricciones diplomáticas, Donald Trump afirmó: “México hace lo que les decimos que hagan” y aseguró que México acata órdenes de Estados Unidos en materia de seguridad fronteriza. Claudia Sheinbaum replicó que en el país las decisiones las toma “el pueblo”.
Washington / CDMX — La tensión retórica entre Washington y Ciudad de México volvió a encenderse tras declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien, desde el Salón Oval, afirmó que “México hace lo que les decimos que hagan”. El republicano presumió una “reducción histórica” en los cruces irregulares de migrantes en la frontera sur estadounidense, atribuyéndola a la presión ejercida sobre el gobierno mexicano. “Tenemos las dos fronteras… y ambas eran horribles”, sostuvo, reivindicando su política de cierre y endurecimiento.
El señalamiento se produce luego de que el Departamento de Seguridad Interna estadounidense reportara que julio registró niveles mínimos de cruces irregulares, cifras que solo encuentran precedentes en la década de 1960. Trump lo presentó como prueba de que otros países “respetan nuevamente” a Estados Unidos y que las naciones vecinas actúan bajo sus lineamientos.
La respuesta no tardó. Desde un evento cultural en la Cineteca Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum declaró: “En México, el pueblo manda”, mensaje dirigido —según dejó entrever— a la comunidad internacional. En un video difundido tras la inauguración de un nuevo espacio cultural en Chapultepec, Sheinbaum destacó la transformación del antiguo complejo militar en un centro de artes y oficios, subrayando la soberanía nacional en las decisiones políticas.
Más allá de la confrontación verbal, las declaraciones reflejan dos visiones opuestas sobre la relación bilateral. Trump apegado a su narrativa de subordinación que en Estados Unidos le genera réditos políticos, mientras que el gobierno mexicano busca proyectar “soberanía” y autoridad ante “el pueblo”. En este cruce de mensajes, la diplomacia ha quedado relegada a un segundo plano, abriendo espacio a un discurso populista (derecha vs izquierda) en ambos lados de la frontera.
El trasfondo: la migración y el control fronterizo. Ambos elementos binacionales como moneda de cambio en la relación México–Estados Unidos. Las cifras pueden interpretarse como un logro operativo conjunto o como el resultado de presiones unilaterales; sin embargo, el populismo declarativo de ambos lados del Río Bravo, continúa sin resolverse. En medio de la pugna, millones de migrantes permanecen como carne de cañón, invisibles, de una política que, más que coordinar esfuerzos, parece alimentar todos los días una etapa de confrontación.

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