El ataque israelí en Doha contra líderes de Hamás deja muertos y heridos, sacude los esfuerzos diplomáticos y apunta a la intensificación del conflicto en Gaza.

InfoStockMx — El líder y negociador jefe de Hamás, Jalil al Haya, logró sobrevivir al bombardeo israelí en Doha, Qatar, aunque el hijo de uno de los dirigentes, Humam al Haya, falleció durante el ataque. También murió Yihad Labab, uno de los asesores de al Haya, mientras otros miembros del grupo islamista resultaron muertos. Según Suhail al Hindi, miembro del buró político de Hamás, el atentado ocurrió durante una reunión del equipo negociador para discutir la propuesta estadounidense y calificó el ataque como un “cobarde intento de asesinato, cuya sangre es la de cualquier palestino”.

Desde el inicio de la guerra en Gaza, al Haya había sido el principal intermediario del grupo, enviando y recibiendo mensajes de israelíes y estadounidenses a través de mediadores cataríes y egipcios. En el momento del ataque, se encontraba a corta distancia de las delegaciones diplomáticas israelí y estadounidense, discutiendo posibles acuerdos de alto el fuego y la liberación de rehenes israelíes.

La rápida declaración de Israel sobre el ataque alimentó especulaciones en redes sociales de que las negociaciones estadounidenses habrían sido un señuelo para concentrar a los líderes de Hamás en un lugar vulnerable. Un encuentro previo, el 3 de octubre del año pasado, mostró la confianza de al Haya en la seguridad de Qatar: la reunión se llevó a cabo en una modesta casa, con mínimos protocolos de seguridad, custodiada por unos pocos guardaespaldas y policías cataríes de civil.

Meses antes, el 31 de julio de 2024, Israel había asesinado al entonces líder político de Hamás, Ismail Haniya, en Teherán, durante la toma de posesión del presidente iraní Masud Pezeshkian. Con la guerra en Gaza en pleno apogeo, Qatar ofrecía un entorno seguro para las negociaciones, aunque la amenaza latente de ataques siempre estaba presente.

En las últimas décadas, Qatar se ha proyectado como la “Suiza de Medio Oriente”, un espacio neutral donde incluso enemigos podían alcanzar acuerdos. Allí se negociaron los acuerdos entre estadounidenses y talibanes afganos y se concentraron los esfuerzos diplomáticos para ceses del fuego en Gaza tras los atentados del 7 de octubre de 2023. Sin embargo, los intentos de paz, liderados por el enviado estadounidense Steve Witkoff, fracasaron y, según un alto diplomático occidental, “no hay diplomacia” en la región.

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha afirmado que sus enemigos “nunca podrán dormir tranquilos” y que pagan el precio por los atentados de octubre de 2023. La ofensiva israelí en Gaza continúa: horas antes del ataque a Doha, el ejército israelí ordenó a los palestinos de Ciudad de Gaza desplazarse hacia el sur, afectando potencialmente a un millón de civiles.

El contexto humanitario es crítico. Israel ha destruido hogares, hospitales, universidades y escuelas, mientras Gaza enfrenta hambruna y desplazamientos masivos. Más de 60.000 palestinos, en su mayoría civiles, han muerto en el conflicto. Netanyahu enfrenta una orden de arresto de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra, y Israel está bajo investigación de la Corte Internacional de Justicia por genocidio.

El ataque en Doha subraya la estrategia de Netanyahu de presionar en múltiples frentes, confiando en el apoyo estadounidense. A pesar de la reprimenda de la Casa Blanca, Qatar, como aliado estratégico y sede de una base militar estadounidense, sigue siendo un actor clave en la región. Con el reconocimiento de la independencia palestina previsto en la ONU a finales de mes por países como Reino Unido, Francia, Canadá y Australia, los aliados ultranacionalistas del gabinete de Netanyahu intensificarán las presiones para anexar territorios palestinos ocupados en Cisjordania.

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