
Los nombres de Andy y Gonzalo López Beltrán comienzan a flotar en las aguas turbias de una investigación que promete sacudir los cimientos del obradorismo. Lo que parecía el punto de partida de un proyecto transformador se está convirtiendo en el inicio de un ajuste de cuentas que amenaza con desnudar una de las redes de corrupción más sofisticadas en la historia moderna de México.
El amparo fantasma
La aparición simultánea de amparos sin firma en Ciudad de México, Zacatecas y Tabasco no es casualidad. Alguien mueve los hilos para proteger a los hijos del expresidente López Obrador, pero también para exponerlos. Es una jugada de ajedrez donde cada movimiento tiene doble intención: quien presenta estos amparos anómalos busca blindar a los López Beltrán o crear las condiciones para un juicio exprés que los exonere antes de que llegue la investigación real.
El amparo 1728/2025 (y otros dos más) no solo incluye a Andy y Gonzalo López Beltrán, también abarca a toda una constelación de personajes. Es como si alguien hubiera tomado la lista de “los más buscados” del huachicoleo fiscal y los hubiera metido en el mismo costal legal. Demasiada coincidencia para ser coincidencia.
La anatomía de una traición
La historia de los hermanos Farías Laguna es la crónica de una traición anunciada. Sobrinos del secretario de Marina Rafael Ojeda, fueron criados por él tras quedar huérfanos. El almirante no solo era su tío político; era su figura paterna. Y, sin embargo, cuando fueron denunciados, Ojeda no los removió de sus posiciones. ¿Por qué? ¿Porque hacerlo habría significado un golpe directo a Andy López Beltrán?
Existe el testimonio del testigo protegido “Santo”: “Hubo una discusión entre Omar García y uno de los hijos del presidente, pero eso ya se resolvió”. Esta frase revela no solo la existencia de tensiones internas en la red criminal, sino también la jerarquía real del negocio. ¿Los hijos de López Obrador no eran invitados ocasionales a esta fiesta, sino los anfitriones?
Los números de la devastación
En la CFE el caso del “huachi diésel” dejó cifras obscenas. Se calcula un saqueo de 28,000 millones de dólares en un sexenio, con 138,000 barriles diarios de diésel importado ilegalmente y cerca de 40,000 millones de pesos que el erario dejó de captar solo en los últimos tres trimestres. Pero más allá de las cifras, destaca la arquitectura del despojo: convertir a la CFE en cliente cautivo del diésel ilegal, desmantelar plantas de gas para crear un mercado artificial y usar las obras insignia del sexenio —Dos Bocas, Tren Maya, Proyecto Transístmico— como pantalla para el lavado de dinero.
Esto no fue improvisación; fue ingeniería criminal. ¿Quién o quiénes son los autores? ¿Quién convenció a López Obrador de la viabilidad del esquema financiero ilegal? ¿Quién le vendió la idea de que con estos recursos se podrían financiar al menos diez campañas de Morena? El huachicoleo no era un efecto colateral de la Cuarta Transformación; era su motor financiero.
La federación de los cárteles
Lo que se revela no es un caso de corrupción, sino la existencia de una federación de cárteles del huachicoleo operando desde las más altas esferas del poder.
- El cártel de Sergio Carmona manejaba el financiamiento de campañas con conexiones directas a Omar Martínez Zapata, Mario Delgado y Ricardo Peralta.
- El cártel de los Farías Laguna controlaba la logística naval con el aval del almirante Ojeda.
- El cártel del huachidiésel aseguraba al cliente final a través de la CFE dirigida por Manuel Bartlett.
Tres organizaciones criminales operando simultáneamente bajo la protección y complicidad del más alto nivel del gobierno federal. Cada una con su especialización; todas coordinadas hacia el mismo objetivo: el saqueo sistemático de los recursos financieros del país.
El factor Washington
Un elemento no previsto: Estados Unidos decidió jalar el hilo. Investigaciones estadounidenses revelaron no solo la magnitud del esquema, sino también sus conexiones internacionales. El encuentro entre José Ramón López Beltrán y Rafael Marín Mollinedo en Texas, captado por agencias de inteligencia, es apenas una muestra de las ramificaciones transfronterizas de la red.
La presión internacional obliga al gobierno de Claudia Sheinbaum a actuar, aunque la presidenta insista en que “se enteraron en marzo”. Una posición insostenible, documentada desde hace años.
El discurso del 16 de septiembre
El mensaje del secretario de Marina, Raymundo Morales, en el desfile del 16 de septiembre no fue casual. Frente a la presidenta Sheinbaum y al secretario de la Defensa, declaró: “Pase lo que pase. Duela lo que duela. Se trate de quien se trate”. Fue la señal de que dentro de las Fuerzas Armadas existe un descontento profundo con los cabecillas de esta red de corrupción.
Morales llegó a su posición recomendado precisamente por los Farías Laguna y los hijos de López Obrador. Ahora, desde ese mismo cargo, envía el mensaje de que la Marina no cargará con el costo político de proteger a los responsables del saqueo.
La encrucijada de Sheinbaum
La presidenta Claudia Sheinbaum se encuentra en una encrucijada histórica. Puede sostener la narrativa de que “apenas se enteraron” y convertirse en cómplice del encubrimiento, o permitir que la justicia llegue hasta donde deba llegar. Su mérito, por la razón que sea, ha sido abrir la puerta para que estas investigaciones avancen.
Estamos presenciando el crepúsculo del obradorismo como proyecto político. Las obras que López Obrador presentó como legado de la Cuarta Transformación se revelan ahora como estructuras para el mayor saqueo en la historia reciente de México. El Tren Maya, Dos Bocas y el Proyecto Transístmico fueron utilizadas como pantallas para lavar dinero del huachicoleo.
Hacia el juicio de la historia
La pregunta ya no es si los responsables caerán, sino cuándo y hasta dónde llegará la justicia. Los amparos sin firma son el síntoma de una desesperación que intenta anticiparse a lo inevitable. Alguien dentro del círculo de poder mueve las fichas para proteger a los López Beltrán, pero también los expone.
El juicio de la historia ya comenzó. La Cuarta Transformación prometió acabar con la corrupción, pero terminó institucionalizándola a una escala nunca vista.
México merece conocer la verdad sobre esta federación de cárteles del huachicoleo, y los responsables deben enfrentar las consecuencias de haber traicionado la confianza de un pueblo que creyó en la promesa de transformación.
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