En el mes patrio, México recuerda el grito de libertad de hace 215 años, al tiempo que su presidenta, Claudia Sheinbaum, recibe en Palacio Nacional al secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, en medio de tensiones sobre seguridad y narcotráfico.

Región Global | Editorial — Septiembre no es solo páginas del calendario en México. Es el mes en que ondea la bandera, en que los símbolos patrios adquieren un tono casi religioso y en el que la palabra “independencia” se carga de significado político. Hoy, esa conmemoración se entrelaza con la visita de Rubio, un funcionario nortemericano que ha exigido más acciones contra los cárteles y que llega tras los señalamientos de Donald Trump de que “México está dirigido por los cárteles”.

En este escenario, Sheinbaum ha delineado un discurso que busca blindar la soberanía mexicana sin romper la cooperación con Washington. Lo ha dicho con frases que, en este septiembre, resuenan con más fuerza: “Colaboración sin subordinación”, “cada quien dentro de sus fronteras”, “México no es piñata” y “somos un país libre e independiente”. Son expresiones que intentan marcar un límite: la colaboración como socios, no como subordinados.

La expectativa de la reunión con Rubio no se mide solo en posibles acuerdos sobre narcotráfico, sino en la capacidad de México de reafirmar, en el mes en que celebra su independencia, que las decisiones de seguridad nacional no se negocian a costa de su soberanía. El reto para Sheinbaum será mantener el equilibrio entre atender las presiones de Washington y sostener ante la ciudadanía mexicana que, dos siglos después, el grito de “Viva México” sigue vigente.

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