El arribo de la plataforma petrolera china Alula al lago de Maracaibo y el despliegue de aviones F-35 estadounidenses en Puerto Rico muestran cómo Venezuela se ha convertido en el epicentro de la competencia energética y militar entre potencias extranjeras.

InfoStockMx — La llegada de la primera instalación petrolera flotante en el lago de Maracaibo, impulsada por la compañía China Concord Resources Corp (CCRC), coincide con un movimiento militar de Estados Unidos, que envió 10 cazas F-35 a Puerto Rico en medio de la tensión creciente con el gobierno venezolano. Los hechos reflejan la pugna por influencia y control en torno al país sudamericano.

El proyecto petrolero, valuado en 1.000 millones de dólares, constituye una inyección inusual de capital privado extranjero en un sector golpeado por sanciones y aislamiento financiero. Bajo un contrato de 20 años con Pdvsa, CCRC busca reactivar 100 pozos inactivos y aumentar la producción de los campos Lago Cinco y Lagunillas de 12.000 a 60.000 barriles diarios hacia finales de 2026. El esquema establece que el crudo ligero será entregado a la estatal venezolana, mientras que el crudo pesado será exportado a China.

La pieza central de este plan es la plataforma Alula, una unidad marina autoelevable que, bajo bandera de Santo Tomé y Príncipe, atravesó el puente del lago de Maracaibo para anclarse en Lagunillas. Es la primera gran obra de infraestructura petrolera en la zona en años, lo que resalta la apuesta estratégica de Pekín en el sector energético venezolano.

Mientras tanto, Pdvsa mantiene su producción en torno al millón de barriles diarios en 2025, y las exportaciones alcanzaron en el último mes 966.500 barriles, la cifra más alta en nueve meses. Estos números contrastan con la creciente tensión militar en el Caribe, donde los cielos se han convertido en escenario de advertencias cruzadas.

El presidente Donald Trump, desde la Casa Blanca, instruyó derribar cualquier aeronave venezolana que represente una amenaza a las fuerzas estadounidenses en la región. La medida se intensificó después de que aviones F-16 venezolanos sobrevolaran un buque de vigilancia antidrogas de EE.UU. El Pentágono respondió desplegando cazas F-35 y reforzando su presencia en el Caribe. “Si nos ponen en una situación peligrosa, serán derribados”, declaró Trump, tras firmar un decreto que rebautizó al Departamento de Defensa como Departamento de Guerra.

El escenario muestra a Venezuela en un doble tablero: como fuente de energía en disputa entre potencias y como espacio militar bajo vigilancia directa de Estados Unidos, con un creciente riesgo de confrontación en el Caribe.

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