La contingencia ambiental que azotó la Sierra Norte de Puebla dejó un saldo devastador: 13 personas fallecidas, cuatro desaparecidas y 20 mil damnificados dispersos en los municipios más afectados.
Puebla de Zaragoza, Pue. — En el corazón de la emergencia, las cuadrillas de rescate libran una batalla constante contra los derrumbes y la geografía difícil. Cuatro personas permanecen sin localizar: en Huauchinango, continúan las labores de búsqueda de Lázaro Gayosso Rodríguez, Celeste Barrios y el menor Liam Tadeo González Lechuga; en Tetela de Ocampo, aún no ha sido encontrado Pedro Segura Muñoz. Cada hora que transcurre se vuelve más crítica, y los operativos con grupos canófilos trabajan sin descanso para brindar esperanza a unas familias que viven la angustia de la incertidumbre.
La respuesta institucional ha sido desplegada en gran escala. 68 unidades de maquinaria laboran constantemente para abrir pasos provisionales entre los escombros y la devastación. Los frentes de atención interinstitucional se multiplicaron de manera acelerada: de apenas cinco frentes iniciales pasaron a 11 en los municipios más críticos: Chiconcuautla, Francisco Z. Mena, Huauchinango, Xicotepec, Jalpan, Pahuatlán, Pantepec, Tlaxco, Tlacuilotepec, Zacatlán y Zoquiapan. Este crecimiento refleja la magnitud del desastre, pero también plantea interrogantes sobre la coordinación y la capacidad real de sostener una operación de rescate de estas dimensiones.
Mil 625 efectivos de la Defensa y la Guardia Nacional se encuentran movilizados en la zona siniestrada bajo el Plan DN-III-E. Sin embargo, frente a una región con 23 municipios afectados, de los cuales 17 son prioritarios, y con 20 mil damnificados dispersos en diversos puntos, los números revelan la complejidad logística de una emergencia que trasciende las capacidades convencionales.
Los trabajos de rehabilitación avanzan en múltiples frentes: apertura de carreteras, limpieza de viviendas y búsqueda incesante de víctimas. Se han distribuido más de 15 mil apoyos a los afectados, mientras que la CFE reporta haber restablecido casi el 100% del servicio eléctrico en las áreas dañadas. No obstante, la envergadura de la catástrofe sigue siendo abrumadora. La Secretaría de la Marina, Defensa y Guardia Nacional canalizan directamente los donativos de la población —picos, palas, carretillas, botas y alimentos no perecederos—, un llamamiento que subraya la urgencia de la situación.
En medio de esta crisis, la promesa institucional permanece firme: no se escatimarán recursos para salvar vidas, según las instrucciones de la presidenta Claudia Sheinbaum. Pero la verdadera prueba residirá en cómo se sostiene esta respuesta en las próximas semanas, cuando la atención mediática decline y los desafíos logísticos se profundicen. Las familias que esperan noticias de sus seres queridos desaparecidos, y las comunidades que luchan por recuperarse de los escombros, merecen más que promesas: necesitan una acción coordinada, efectiva y sostenida que demuestre que la vida en la Sierra Norte sigue siendo prioridad.

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