El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó que las Fuerzas Armadas de su país atacaron una nueva embarcación presuntamente vinculada al narcotráfico en aguas internacionales del mar Caribe, frente a las costas de Venezuela. Se trata del sexto operativo desde que inició el despliegue militar en la región.

Washington — El ataque habría ocurrido la noche del sábado, en el marco de una estrategia de interdicción marítima impulsada por Washington desde agosto pasado. El denominado grupo anfibio, conformado por buques de asalto, infantes de marina y aeronaves de apoyo, mantiene presencia en la zona bajo la dirección del Comando Sur (USSOUTHCOM).

Durante la ceremonia por el 250 aniversario de la Marina de Estados Unidos, celebrada en Virginia, el mandatario describió la operación como parte de una “ofensiva sin precedentes” contra las organizaciones criminales transnacionales. En su discurso, afirmó que los ataques buscan “explotar a los terroristas del cartel al infierno fuera del agua”.

Trump sostuvo que las embarcaciones interceptadas estarían relacionadas con el tráfico de drogas hacia territorio estadounidense. “Cada uno de esos barcos es responsable de la muerte de 25 mil estadounidenses y la destrucción de familias. Lo que estamos haciendo en realidad es un acto de bondad”, declaró al confirmar la destrucción de otra nave.

Un día antes, el secretario de Guerra, Pete Hegseth, reportó un operativo similar que dejó cuatro personas muertas, identificadas como “narcoterroristas”. Según el funcionario, la acción se ejecutó bajo orden directa del presidente y sin bajas estadounidenses. El Departamento de Guerra confirmó que la inteligencia militar había verificado que la embarcación transportaba “cantidades sustanciales de narcóticos” con destino a Estados Unidos.

Estos ataques continuarán hasta que cesen los ataques contra el pueblo estadounidense”, advirtió Hegseth en un mensaje publicado en la red social X.

La ofensiva marítima ocurre pocos días después de que la Casa Blanca notificara al Congreso que el país se encuentra en un “conflicto armado no internacional” contra los cárteles de la droga. Esta declaración amplía el respaldo jurídico a las operaciones militares emprendidas por Washington en el Caribe y el Atlántico.

Con esta estrategia, Estados Unidos ha incrementado su presencia naval y aérea en la región, con el argumento de fortalecer la cooperación con gobiernos aliados y contener las rutas utilizadas por organizaciones criminales. No obstante, analistas advierten que la expansión del componente militar en aguas internacionales podría generar tensiones diplomáticas con países caribeños y suramericanos, particularmente con Venezuela.

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