Bajo órdenes directas del presidente Donald Trump, el Departamento de Guerra de Estados Unidos ejecutó la noche del 23 de octubre un ataque “cinético letal” contra una presunta narcolancha del Tren de Aragua en el Caribe, en lo que marca una nueva fase de la ofensiva militar estadounidense contra el narcotráfico regional.

Infostockmx — El secretario de Guerra, Pete Hegseth, informó que seis hombres, identificados como “narcoterroristas”, murieron durante la operación, sin bajas estadounidenses. La embarcación, según el parte oficial, transportaba drogas por una ruta conocida del Caribe. “Si eres un narco-terrorista que trafica drogas en nuestro hemisferio, te trataremos como tratamos a Al Qaeda... te cazaremos y te mataremos”, declaró Hegseth en su comunicado.

El funcionario precisó que se trató del primer ataque nocturno contra una narcolancha en el Caribe, parte de la campaña militar impulsada por la administración Trump para “neutralizar” a organizaciones criminales designadas como terroristas transnacionales. Con esta operación, suman diez embarcaciones destruidas desde el inicio de la ofensiva marítima, que ha dejado 37 muertos en el Caribe y el Pacífico.

Desde agosto, Washington ha desplegado destructores, submarinos y fuerzas especiales en aguas internacionales, argumentando una “guerra hemisférica” contra el narcotráfico. El enfoque militarista del gobierno estadounidense revive la doctrina de “guerra preventiva”, ahora aplicada a redes criminales. Lo que en su retórica es un combate contra el narcoterrorismo, en la práctica amplía el margen de acción bélica de Estados Unidos fuera de su territorio, sin autorización internacional ni coordinación regional.

Trump ha calificado al Tren de Aragua como una organización terrorista y ha acusado a los gobiernos de Venezuela y Colombia de ser cómplices del tráfico de drogas. Ambos países han condenado los ataques, señalándolos como “asesinatos extrajudiciales” y violaciones del derecho internacional. La administración de Nicolás Maduro denunció la operación como una provocación directa y advirtió que los “ataques unilaterales” podrían escalar hacia un conflicto regional.

El ataque nocturno del 23 de octubre confirma la transición de la política antidrogas estadounidense hacia un modelo abiertamente militar, en el que el Caribe se convierte en escenario de una estrategia de disuasión por exterminio. Mientras Washington redefine el concepto de soberanía hemisférica, los países del sur observan cómo la guerra contra las drogas vuelve a ser una guerra contra territorios enteros.

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