📢 La presidenta Claudia Sheinbaum rompió el silencio sobre la llamada “Ley de Ciberacoso” (Ciberasedio) promovida en Puebla y acusaciones de censura a su gobierno. Defendió el derecho a la crítica, pero denunció un “discurso de odio” disfrazado de libertad de expresión. ¿Hasta dónde llega la crítica legítima y dónde comienza la violencia de género? 🤔🧑‍⚖️

CDMX.- “En qué país una televisora del Estado puede mentir todo el día contra la presidenta”. Con esta frase, Claudia Sheinbaum inició un posicionamiento que busca marcar límites claros entre la crítica política y la desinformación. Cuestionó que medios de comunicación —que operan bajo concesiones del Estado— dediquen programación constante a atacarla con “mentiras”. No se trata de prohibir el disenso, dijo, sino de reconocer la anomalía de que se utilicen plataformas públicas para alimentar campañas sistemáticas de descrédito.

No se censura a nadie”, sentenció. Aseguró que ni su gobierno ni su partido llaman a medios o presionan para remover periodistas incómodos, a diferencia de prácticas del pasado. A su juicio, quienes claman censura en realidad gozan de la mayor libertad de expresión de la historia reciente.

El caso Puebla: ciberacoso (ciberasedio) “no es censura”

El eje del debate surgió tras la aprobación en Puebla de una reforma penal contra el ciberacoso (ciberasedio). Algunos sectores denunciaron que la ley buscaba sancionar a quienes critiquen en redes al gobernador Armenta. La presidenta desmintió esta versión:

“Es una ley que ya existe en Nuevo León, Coahuila y otros estados. Se trata de frenar el acoso digital, no de perseguir opiniones políticas”.

Aseguró que la norma, malinterpretada por sectores críticos, no criminaliza la expresión contra funcionarios, y mucho menos afecta la labor periodística o la libre participación ciudadana.

Crítica que se convierte en violencia

Más allá del caso legal, Sheinbaum colocó el foco en el trato diferenciado que reciben las mujeres en política. Respecto al caso Campeche, denunció un tipo de ataque donde el objetivo no es el desempeño público, sino el cuerpo, el tono de voz, el maquillaje, o el estilo personal.

“El nivel de críticas hacia una mujer gobernadora vinculadas a su físico... no tiene nada que ver con lo político, sino con una crítica despiadada, misógina”.

Evocó el caso de la gobernadora Layda Sansores como ejemplo de violencia simbólica que debería ser inaceptable en una democracia. En su lectura, estas formas de agresión son parte del mismo fenómeno que busca atender la legislación sobre ciberacoso.

Libertad de expresión sí, discurso de odio no

Sheinbaum aclaró que su gobierno y su movimiento seguirán defendiendo la libertad de expresión, pero pidió abrir una discusión seria sobre sus límites, en particular cuando se utiliza para deshumanizar a las mujeres. Recordó que la llamada Ley Olimpia surgió para proteger a las víctimas de violencia digital, no para restringir la crítica legítima.

Con ello, invitó a distinguir entre la crítica al poder —que es esencial en democracia— y la violencia verbal y simbólica que busca dañar a las personas, en especial a mujeres, por razones de género. A su juicio, esta confusión deliberada alimenta una narrativa falsa de censura.

El posicionamiento de Claudia Sheinbaum busca disputar el sentido mismo de lo que se entiende por censura. Mientras sectores opositores acusan la promoción de leyes mordaza, la presidenta asegura que se trata de proteger derechos frente a nuevas formas de violencia digital. El conflicto no es solo legal: es también cultural.